El nombre de mi Abuela
Se le conoce una señora llena de vida, se le conoce que dio toda su vida, fueron 8 de su vientre: Teodorita, Bartolo, Marciana, Ramona, Marina, Pedro, Carmen, Claret (María Antonieta), por cierto, ellos no se hicieron solos, ellos fueron procreados con el hombre cuyo nombre era Abel Antonio Puente Dugarte, pero hoy es a ella, que le recuerdo vividamente, la retengo en la memoria para que no se me fugue de ninguno de mis pensamientos, cuentan que hubo otros que se levantaron con estos ocho vástagos, yo, sigo muchos años después percibiéndola como una tutora con quien crecí en un matriarcado en el que solo ella tenia la capacidad para dirigir, en una voz onomatopéyica de orden, que llena como un elixir de amor, de paciencia, sin ningún tipo de reverencia pero si con mucho respeto, respeto que ya no se estila. No sólo la recuerdo, la vivo en cada instante, en cada momento, que no la recuerdo, que ella soy yo, que ella esta en la mujer que me dio la vida, que viene ya de su vientre, como vine yo de ella, como la canción: me hace sentirme vivo, que es ella quien esta en la última de esa lista de los vástagos.
No suena sino a canción de cuna, a ese arro, arro arro mi niño, se nos cuela cierto señorío eclesiástico, no sé si romano o español, con algún cántico gregoriano fundido en una zarzuela o fandango ibérico, o alguna opera venida en una coral de alguna de esas tantas iglesias que se hicieron en esa ciudad en la que nací y crecí, por la que andaba en quebradas y montes explorando en el silencio cada monte. Tampoco es un blues, ni menos una cadencia de algún ritmo de jazz, ni mucho menos el sonido del viento, que sopla en las praderas andinas, en las tonadas de algún violín andino, de esos que se dejan escuchar en El Rincón.
Ahora, no dejo de percibir en mi mente esas adominiciones que se repetían cada vez percibia que su matriarcado, un chiquillo le distorsionaba esa realidad salomónica, aun recuerdo un por allá de su risa, de tenaz voz de mando, algun llamado de atención, su soberbia y su señorio e hidalguez. Ella quizas ya lo sabe, pero después de mi ya tiene bisnietos en mi descendencia ella que es mi ascendencia, hoy ando en busca de ese camino, necesito reencontrarme con ese pasado con esa esencia, ando inmigrante, ando ligero de equipaje lleno de contradicciones, no desde su partida, sino desde mi mismo, a ella, a ella la sigo recordando como siempre, llena de vida, añorándole como nunca, siempre su carácter, la vi fumar, la viví dejar el cigarrillo, qué voluntad, la vi en su rol de abuela conmigo y contra mi, pero a lo que iba, hoy en este relato corto en el que estoy tratando de recuperar mis palabras y mis momentos, estaba hurgando por aqui y por allá, en mis pensamientos, como este es un proyecto que tengo pendiente quise hacerme de una investigación para comenzar a soltar las letras y las palabras, para tratar de salir de ese laberinto en el que me encuentro, tratando de hacer realidad ese sueño postpuesto tanto tiempo, bueno ya explique la justificación, ahora, vuelvo al hilo, se trata no sólo de ella de su poderosa presencia en el tiempo, sino de lo que ha significado para todos nosotros su fuerza, nunca la vi desmayar, ni desfallecer en lo que se proponía, ella es mi abuela, mi abuelita, que se llamó en vida Teodora.
Y Teodora deviene de la voz griega "theos" «θεός», que traduce en un ruustico español: Dios, ni mas ni menos, otros dicen que es una expresión de felicidad ante el parto de ese recien nacido, como decir: ¡Dios... ha nacido!, o ¡Dios has llegado!, supongo que como no sabian en esa épocas el sexo del bebe que venia rompiendo fuente, pues ¡...Dios...! era la frase de potencia y fuerza que se le daba para el pujo y para la saliente, se dice igualmente que otra de las voces involucradas en en ese nombre es tambien griega y resulta que es "doron" que se escribe así «δώρο» en griego y es español traduce nada mas y nada menos que "regalo", pues, como en la escuela saquen ustedes sus conclusiones, si juntamos: "theos" y "doron", es simple el amor, es sublime el resultado nos topamos con "regalo de dios", ella fue eso, para sus padres, especialmente para la abuela Guadalupe y en especial para nona Cantalicia que fue quien al crió. Fue tan fuerte y ambivalente que los rusos hicieron con su particula un linaje en la realeza y con su antropónimo hasta Dostoyevski lo llamaron Fiódor otros se llamaron Feodor, pero mi abuela se llamo eso Teodor:«regalo de dios».
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es anarquíco y dejado por la sobriedad de la pena
recuerdo que ayer estuvimos dentro de lo mismo y hoy lamentamos su partida
adios, adios, he vuelto, no había porque despedirnos, no había nada que perdonar". José Humberto Puente terminado en Cuenca Ecuador enero de 2020
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Me encantó
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